Un clásico de este verano… pero es que está tan rico que no puedo dejar contar esta receta! Se trata del típico salmorejo cordobés, una emulsión de tomate y aceite que, a diferencia del gazpacho no lleva agua, ni pepino, ni cebolla, ni pimiento… Es como si fuera una mahonesa de tomate. Si no tiene una textura cremosa o lleva más verduras que el tomate (y un pelín de ajo), no es salmorejo. Si sabe a tomate, no es salmorejo.
- 1 kg tomates maduros pelados
- 200g de pan seco
- 250g de aceite
- ½ ajo
- sal y pimienta
- unas gotas de vinagre
- 2 huevos duros
- virutas de jamón ibérico
Poner los tomates troceados en un cuenco (si utilizáis una batidora de mano) o en el vaso de la batidora (si utilizáis una batidora de vaso, como es mi caso). Trocear el pan y añadirlo. Poner también el aceite (a poder ser que sea fuerte, como el de aceituna picual) y el medio ajo. Batir bien hasta conseguir una textura cremosa, como la de la foto. Con la batidora de vaso sale en un momento; con la de mano necesitaréis un poco más de paciencia pero también sale. Añadir sal, un poco de pimienta negra molida y unas gotitas de vinagre. En este punto, lo mejor es ir probando e ir añadiendo sal/vinagre hasta que consigáis el sabor ideal. Reservar en la nevera. Veréis que no hace falta colarlo (si os quedan pisquitos es que no habéis batido bien) y que, a diferencia del gazpacho, queda bastante espejito.
Trocear los huevos duros a daditos pequeños. Servir en boles y añadir las virutas de jamón y el huevo duro por encima.
Ojú! Para chuparse los dedos!
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