Supongo que a esto se le podría llamar «trampantojo gastronómico». Yo los llamo cristales de las playas de Cádiz, pero ¡en realidad son caramelos de diferentes colores y sabores! Son fáciles de hacer; lo único complicado es tener un termómetro para azúcar y glucosa (ambas cosas las podéis encontrar en tiendas de cocina especializadas). Ya veréis, ¡el resultado es un éxito! A nosotros nos sorprendió e incluso pensé, después de haber comido en el restaurante Aponiente del Puerto de Santa María, que sería buena idea ponerlos con el café, por la referencia al mar.
La idea original la encontré en una web, pero necesitaba una especie de jarabe americano («light corn syrup») que aquí es muy difícil de encontrar. Otros tipos de jarabe alternativos, como el de arce, agave o miel, no funcionan en esta receta porque aportan color al caramelo. Nos interesa un caramelo el máximo transparente posible para poder añadir colorantes alimentarios y que el resultado sea óptimo. Recordé un libro de caramelos que me encanta y que contiene recetas muy buenas (Caprichos dulces de Sébastien Serveau; Ed. H. Blume 2008). De hecho, la receta de las nubes de gominola que tengo en este blog, está sacada de aquí también. Así que ¡ahí va esta versión de cristales de caramelo!
- 250g de azúcar
- 50g de jarabe de glucosa
- Colorante alimentario
- 8g de aroma natural
- Azúcar glas
Poner 100ml de agua en un cazo y añadir el azúcar. Remover y añadir el jarabe de glucosa. Poner el cazo a fuego medio con un termómetro de azúcar hasta que el almíbar llegue a los 140ºC. En este momento, añadir el colorante y remover. La cantidad de colorante dependerá de lo oscuro que queráis el caramelo; yo os recomiendo que no lo hagáis muy oscuro para que quede más real. Dejar el caramelo en el fuego y cuando llegue a 150ºC, añadir el aroma. A los 160ºC retirar del fuego y remover con una cuchara para que baje la ebullición. En cuanto veáis que ya no se generan burbujas, verter el caramelo sobre un papel de horno (yo uso una silpat pero con papel también tendría que funcionar). Veréis que se extiende solo; no hace falta tocar nada. Dejar endurecer unos minutos y romperlo en trozos con un martillo. Preparar una bolsa de plástico con un par de cucharadas de azúcar glas. Poner los trozos de cristal y remover para que el azúcar se pegue en el caramelo, dándole el aspecto de erosionado característico. Sacudir bien los trozos ayudándoos con los dedos.
Las cantidades de esta receta dan para 1 caramelo de un color. En mi caso hice 3 colores, el natural, el verde y el azul. Al natural le puse aroma de lmón, al verde de fresa y al azul de violeta. También podéis hacerlo de color marrón para imitar los cristales de las botellas de cerveza. 🙂
Quedan muuuuy bonitos y vais a ver como, a partir de ahora, cada vez que veáis un cristal en el suelo os acordaréis de estos caramelos 🙂
(En estas dos fotos tenéis el caramelo en la silpat endureciéndose y los trozos de un solo color)
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